¿Sabes por qué cambiar, pero luchas por descubrir qué es lo que necesitas cambiar y cómo hacerlo?

La Transformación Digital es mucho más que tecnología. Es un cambio de cultura, un paso hacia delante para modificar tu forma de operar y cómo ofreces valor a tus clientes.

1. Uno de los primeros problemas que te encuentras en este camino es la falta de enfoque. Carecer de foco, pone en peligro el esfuerzo. De hecho, McKinsey señala que centrarse en demasiadas cosas “disipa el enfoque administrativo y priva de ideas prometedoras sobre los recursos que necesitan para una ampliación exitosa”. Unida a esta cuestión está la ausencia de una estrategia clara. El 35% de los responsables de negocio considera que es una barrera clave para lograr el potencial digital completo de su organización.
2. En segunda posición está la resistencia al cambio. En este sentido, más del 40% de los ejecutivos lo ven como un impedimento. Por este motivo, McKinsey lanza una receta para una estrategia digital exitosa, que pasa por establecer un guion sobre cómo será el proceso, animar a los empleados a experimentar con nuevas ideas, desafiar las antiguas maneras de trabajar y asegurar la colaboración entre áreas.
3. Si todos recorren el camino conociendo toda la información, será más sencillo llegar a la meta. Y es que el tercer problema que aparece cuando una empresa apuesta por la digitalización es la falta de ritmo. Es verdad que la pandemia ha acelerado el proceso. Sin embargo, el escenario no era el esperado por la mayoría de los líderes tecnológicos. Es importante reenfocar los planes para un futuro más digital, teniendo en cuenta la innovación a través de alianzas con partners especializados y despliegue de diferentes soluciones como propuesta de valor para el negocio.
4. No aprovechar la oportunidad es otra de las razones. En marzo se activó la maquinaria en todas las organizaciones para que pudieran seguir prestando sus servicios a pesar del confinamiento. Ahora no es momento de dar un paso atrás; la situación más sencilla sería volver a la dinámica previa, si bien no sería la opción más disruptiva en la nueva normalidad. Existe la posibilidad de combinar ambas, es decir, ofrecer un escenario con trabajadores en sus casas, pero también en las oficinas que ayuden a garantizar la continuidad del negocio. Eso sí, hay que formalizar y robustecer las tecnologías teniendo en cuenta la escalabilidad.
5. El 80% de los casos de fracaso del proceso son consecuencia de la falta de conocimiento y compromiso desde el planteamiento estratégico. Eso se traduce en ejecución deficiente de las acciones, desperdicio de los recursos, aumento de los costes y, por ende, frustración de los directivos. La indecisión forma parte de un embudo que impide que los procesos faciliten la gestión, revisión y análisis de sistemas y tareas orientadas a la ejecución. Lo mismo pasa, alertan los expertos, con la desconexión entre los objetivos y el presupuesto disponible. Sin enlazar estas dos cuestiones, no se producirá una correcta fluidez con la que se espera la realización de las iniciativas asociadas a las acciones estratégicas.
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